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osugGuanajuato, Gto., a 20 de octubre de 2017.- El compositor italiano Luciano Berio tiene una cita en la que dice que “intentar definir la música, que en cualquier caso no es un objeto sino un proceso, es como intentar definir la poesía. Es una operación afortunadamente imposible, y es fútil establecer la frontera entre lo que es y no es música, o entre lo que es poesía y lo que no. La música es sin duda todo aquello que uno escucha con la intención de escuchar música”.

Quizá la música no cuenta con una definición precisa, pero lo cierto es que llena de diversas emociones a quienes la escuchan, la Cuarta Sinfonía del reconocido compositor ruso Dmitri Shostakovich es un claro ejemplo de una obra que transita por una intensidad que se transmite como sensaciones puras.

En el marco del XLV Festival Internacional Cervantino, la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato (OSUG), interpretó dicha obra gigantesca. El evento se llevó a cabo en el Teatro Juárez y en el escenario se pudo observar un contingente orquestal de músicos concentrados a causa de la complejidad y el ímpetu de la Sinfonía.

La obra de Shostakovich fue escrita en un contexto particular pues en lo que fue la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) a principios del siglo XX se vivía una represión constante a causa del régimen estalinista y en muchas ocasiones, el compositor temió por su propia vida.

Precisamente, una de las razones por las que fue forzado a postergar el estreno de su Cuarta Sinfonía, fue la represión, las persecuciones y las desapariciones que vivía el gremio artístico en la época de Stalin, por no promulgar con los decretos del Realismo Socialista.

El reconocido músico mexicano Carlos Prieto, es uno de los estudiosos más asiduos de la obra del compositor ruso y en su libro “Dmitri Shostakovich, genio y drama”, escribe lo siguiente: “… desde el primer movimiento en la Cuarta Sinfonía se impone el carácter trágico y violento de la obra. Esta Sinfonía es como una premonición del gran terror que habría de desatar Stalin”.

De igual forma, menciona que el tercer movimiento de la obra es el más alejado de “cualquier forma clásica y también de las normas exigidas por las autoridades culturales”. En el concierto, los asistentes escucharon este movimiento que inicia con una marcha fúnebre con golpes y valses, para después concluir en “una indescriptible tristeza la que se impone el carácter trágico y fúnebre de la sinfonía”.

La OSUG logró desatar las emociones más profundas del público, quienes los despidieron con un prolongado aplauso de pie, que hizo cimbrar la bella estructura del Teatro Juárez.

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