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Por: Dr. Luis Enrique Ferro Vidal

Los espacios sagrados son lugares que transfiguran el tiempo y el espacio. Son esos resquicios geográficos y geométricos que contactan al hombre con lo santo o lo divino, por lo que tienen la facultad de unir en un punto territorial, el plano terrenal y profano con el plano trascendente, perfecto e infinito de lo sagrado. El espacio sagrado es ante todo un marcaje de lo hierofánico de un lugar que puede ser natural, o en el marco de un paisaje urbano. Puede ser natural como un cerro, un manantial, un río, etc., o se convierten en monumentos arquitectónicos que van desde las majestuosas catedrales, hasta un pequeño altar familiar. Tanto los espacios de índole sagrados sean naturales o materiales, expresan con distintas tonalidades y plásticas las expresiones del sentimiento religioso de los grupos y sociedades humanas, es decir, los espacios sagrados no son solamente paisajes ni expresiones materiales, también son lugares de culto, por lo que son espacios de expresiones culturales que tienen sentido en la vida ritual, ceremonial y festiva de los grupos humanos.

Ante esta cualidad podemos decir, que los espacios sagrados no sólo se contemplan, no solo están ahí para mostrar la eternidad y orden del cosmos, también es un lugar que se vive, porque es un lugar vivificado por las actividades humanas que se regodean en expresiones éticas y estéticas sintetizadas en símbolos e iconografías sagradas que invitan a participar en el silogismo cosmogónico del cual creemos provenir, porque todo espacio sagrado es un recinto en donde los hombres pueden recrear su experiencia de ser en el mundo, o un lugar especial para refrendar de manera espiritual la presencia y acción humana en el mundo, o para encontrar el sentido de la existencia humana; y en muchas ocasiones, son lugares que fortalecen los vínculos y sentimientos comunitarios entre los vivos, los muertos, las divinidades y la naturaleza. Visto así, el espacio sagrado tiene la finalidad de ser el punto central y espacial que permita detonar el tiempo de las experiencias religiosas que dan razón de ser al sentimiento religioso que se observan manifiestas en las actividades rituales, ceremoniales y míticas que encierran los misterios de una forma particular de entablar una comunión intrínseca a una memoria, un patrimonio y a una identidad religiosa.

En un mundo proclive a los tiempos de la modernidad que se encierra, se ensimisma y se recrea en los referentes del desarrollo industrial, como lo es Celaya, Gto., existe un espacio sagrado de tipo material que aún ante los embates de la modernidad que asolan con acabar con el mundo de la tradición, se mantiene en pie para regodearse como un bastión que sustenta la vida tradicional de esta ciudad a través de la vida y fervor religioso de los habitantes de un barrio llamado Tierras Negras, en el cual se localiza un Templo que con su presencia material recuerda el pasado indígena, y que como recinto sagrado de devoción sagrado está dedicado a la Virgen de Guadalupe. Es un lugar que finca y configura la vida tradicional con un contexto histórico, pero también guarda dentro de sí un fascinante misterio repleto de significados que dan identidad y sentimiento religioso a este barrio y que se observa manifiesto desde los ángulos de sus expresiones estéticas que sintetizan el pensamiento social y religioso de este barrio en particular.

El templo del que se habla, se ubica en la calle General Mariano Jiménez, cerca del mercado de Cañitos. Esta construcción está bardeada por unos pequeños muros con herrería y dos portones que dejan apreciar su presencia. En relación a su composición arquitectónica, no dista mucho en las características de cualquier Templo católico, tiene un amplio atrio rodeado por bardas. Al extremo izquierdo hay una representación de la aparición de la Virgen a Juan Diego con imágenes de cantera que están en un jardincito con piedras y palmas que simulan el cerro del Tepeyac. Detrás de esta estampa mítica de la aparición de la Virgen de Guadalupe, se encuentra pintada en la pared las imágenes de la Villa y el primer templo de la villa para reafirmar aún más el significado de esta representación. En el centro del atrio y desde las puertas del Templo se localiza un camino delimitado paralelamente por jardineras que tienen sembrados árboles.

A unos cuantos pasos de la entrada principal, antes de las jardineras y en el marco del camino se localiza una pequeña construcción de forma cuadrada y con un nicho en la superficie que da hacia el altar principal que tiene como nombre calvario. En la parte superior de esta estructura hay una cruz de cantera que tiene en su centro el rostro de Cristo, en su brazo izquierdo tiene una luna y en el derecho un sol, todo ello acompañado en los pies y brazos con motivos religiosos.

Si uno continua sus pasos siguiendo el camino y pasando por los árboles se encuentra el templo con una fachada blanca y un campanario que tiene una campana que es tocada por niños cada vez que hay misa, o se usa para avisar cuando se va a iniciar una reunión importante. La puerta principal del templo es de madera labrada y de dos hojas en semi óvalo que se encuentra dispuesta en un marco de cantera a su alrededor. En las puertas se encuentran talladas algunos pasajes de las apariciones de la virgen. En la hoja del lado derecho de la puerta en la parte inferior se encuentra la primera aparición de la virgen a Juan Diego, subiendo la vista está en el medio de la puerta un cuadrado dividido en cuatro partes iguales en los que se observan en cada cuadrado motivos prehispánicos, siendo: El símbolo del habla, la luna, un águila hablando y una cruz con tres círculos negros y en el extremo izquierdo un círculo blanco. En la parte superior de la puerta está la aparición de la virgen al tío Bernardino. En la hoja izquierda de la puerta en la parte inferior se encuentra Juan Diego recogiendo las rosas en su tilma, a su lado hay un nopal y la presencia de Virgen de Guadalupe, abajo el glifo azteca del agua. En su parte central también se localiza un cuadrado dividido en cuatro teniendo las siguientes simbologías prehispánicas: Un sol azteca (que tiene la forma del calendario azteca), una especie de magüey con quiote floreando, un pájaro azul con un símbolo del habla saliendo de su boca, y un glifo de agua. En la parte superior se encuentra la representación de la escena del momento en que se estampo la imagen de la Virgen en la tilma de Juan Diego al dejar caer las flores ante la presencia del Ovispo Zumárraga.

Al adentrarse al templo o capilla de Tierras Negras, se está ante un espacio de dimensiones pequeñas en las que se encuentran de manera paralela seis bancas de iglesia por lado. Entre las bancas de iglesia queda espacio para un pasillo que permite llegar al altar, el cual tiene su mesa atrial elaborada de piedra. Posterior a la mesa se encuentra el retablo principal con tres arcos y tres escalones. En el primer arco se encuentra la imagen de una virgen, en el arco central y de mayor dimensión se localiza un cuadro de la Virgen de Guadalupe que tiene es sus esquinas sus cuatro apariciones, en el tercer arco se encuentra la imagen de un santo con báculo de madera y capa roja. Debajo de la imagen principal en el primer escalón del altar se encuentra el sagrario que tiene a sus lados unos ángeles de bulto hincados viendo de frente al sagrario. En el segundo escalón debajo de la imagen principal un San Juan Diego.

Lo más interesante se encuentran en las paredes laterales en los que se encuentran cuatro pinturas que plasman la historia y el origen de la virgen de Guadalupe que aquí se venera y tres que tienen relación directa con la historia presente del templo y la imagen. Como contexto del relato para comprender la secuencia iconográfica de las pinturas es necesario saber que la imagen llegó a este lugar por un señor llamado Laureno Collante que vivía en una hacienda de San Diego de la Unión llamado el Bizcocho. Salió de ahí por una epidemia que mató a su familia. Posteriormente llegó a una hacienda en Comonfort y ahí conoció a su esposa. Dejó ese lugar por un sismo que hubo y se dirigió a la Hacienda de Yustis en Celaya. En ese lugar a la imagen se le reconocían milagros ya que por las mañanas los habitantes de la hacienda llegaban con cántaros para recoger el rocío matinal que era utilizado para curar. Posteriormente la casa de Laureano se quema y la imagen es lo único que no fue afectado por el poder de la llamas. Al no tener casa deja la hacienda hasta que llega a las tierras del barrio de Tierras Negras en Celaya, y se construye esta capilla. Es así que el primer cuadro muestra la salida de Laureano Collante vestido de calzón de manta, sombrero de palma y un morral en el que tiene guardada la imagen. De esta imagen se refuerza con cuatro imágenes esquinadas que hablan de su origen indígena, la hacienda del Bizcocho, la epidemia y la desolación del terreno. En el segundo cuadro se muestra a las personas recolectando el roció del techo, reforzando la historia de Laureano con la llegada a un nuevo lugar en donde concoce a la familia de la que sería su esposa, cuando les enseña su imagen, su actividad laboral como campesino y por último la cuarción de los enfermos con el agua recolectada de la casa de Laureano. En la tercera pintura se observa en su centro la casa quemada de Laereano y el milagro de la sobrevivencia de la imagen; en sus recuadros se encuentra la escena del altar en la casa de Laureano, la casa y la presencia de insurgentes.

En el último cuadro que habla del relato se encuentra Laureano con un yuntas tirada por bueyes y la virgen de fondo bajo un replandor azul que explica la vida fecunda de las tierras del barrio del cual obtiene su nombre; en sus esquinas queda explicado la llegada de Laureano a Tierras Negras, el regalo del terreno, el trabajo del personaje principal y en la última se encuentran los arcos de entrada a la capilla.

Las imágenes que proceden dejan los detalles estéticos de la llegada de la imagen que ahí se venera y se adentra a uno de los aspectos míticos más relavantes que se ciernen en la inauguración del templo, en cual nos muestra en el centro al ovispo y a Laureano Collante en el atrio a la entrada de templo; a su izquierda se encuentra un danzante chichimeca con su tambor y en su lado derecho se aprecia un catrín con sombrero de copa, pero en un plano inferior se encuentra una señora vestida de manta con un saumerio encendido. En sobreposición en la parte inferior se encuentra pintada la fecha de inauguración la cual es 12 de enero de 1864. Lo relavante de la imagen se encierran en las esquinas de este cuadro porque complementa la historia de inauguración y complementa la magnitud milagrosa de la imagen. Un segundo relato vital para reconocer la vitalidad sagrada del templo tiene que ver con la aparición de la Virgen de Guadalupe y la Señora Santana el día de la inauguración, ya que ese día la familia Collante no tenía suficiente alimento para los peregrinos que venían, en ese momento tocaron a la puerta una jóven y una señora de edad que se presentaron para trabajar en la elaboración de los alimentos. Al percatarse la señora de edad sobre la situación propuso hacer con los chiles, queso, chile y manteca preparar unas gorditas de queso y con masa, leche y piloncillo preparar un atole. Se elaboraron los alimentos propuestos y los alimentos alcanzaron para todos los presentes. Al final la familia y amigos buscaron a las mujeres para agradecerles y no las encontraron, así se dieron cuenta que las que habían estado ahí en la cocina había sido la Virgen de Guadalupe y su madre la Señora Santa Ana para hacer este milagro. Así este relato está expuesto en imagen en las esquinas del cuadro de la inauguración.

Los siguientes dos cuadro son expresiones de una historia presente. La primera de ellas está relacionada con la imagen de la Virgen de Guadalupe. El cuadro plasma al padre Rogelio Primero que es el cura actual del templo en las cercanías del calvario con la imagen y detrás muchos peregrinos, debajo se señala la fecha 6 de diciembre de 2010, y esta fecha evoca el día en que la virgen regresa después de que había sido robada y apareció en un basurero. Durante su ausencia se dice que los habitantes del barrio ayunaron, peregrinaron hasta que apareció la imagen y ello se refleja en los retablos de las cuatro esquinas del cuadro. El último cuadro es la síntesis de lo que es actualmente la fiesta a la Virgen de Guadalupe, pues ahí en su imagen central se observa una vista nocturna del templo con cohetones, se aprecia la salida de la procesión de la virgen cargada en hombros precedida por el Padre, un puesto de gorditas, y en las esquinas están los personajes rituales como la banda de viento, los danzantes y las mañanitas de la virgen.

A simple vista pareciese que el templo del Barrio de Tierras Negras no tiene una un realce mágico o exótico que lo distinga de otros templos, sin embargo es todo lo contrario, ya que si desmenuzamos las condiciones sagradas y significativas de su espacio y estética nos daríamos cuenta que es todo lo contrario. El hecho de estar en ese espacio es adentrarse a las esferas de una historia que recuerda un origen indígena, principalmente otomí, aunque por los motivos gráficos demuestran un origen chichimeca que se plasman en sus danzantes; ello se demuestra no solo por la estética sino por la configuración arquitectónica del templo que por sus dimensiones, y por la estructura de tener un calvario que mira directamente al altar del templo, es estar ante una capilla de indios. El calvario tiene la misma función que las capillas de las comunidades indígenas de la entidad de Guanajuato, ya que ahí el doce de enero por la noche realizan una velación por parte de la Mesa de Danzantes de Concheros del Barrio, y decoran el calvario con bastones de mando, flores, cigarros y se colocan ofrendas como atole y pan, con la única intención de pedir permiso de la velación e invitar a los antepasados a participar a la misma. De ahí que el calvario no es un ornamento sino un bien material de tipo cosmogónico que mantiene vivo el vínculo con los antepasados y la ancestría.

Otra de las características particulares de este recinto sagrado es que es un matraz de la memoria porque con sus imágenes nos indican que no fue una imagen aparecida como entras partes, sino que tiene las formas que mantiene las condiciones de muchas imágenes del Camino Real de Tierra Adentro que consiste en que es una imagen que llegó a este lugar, para el caso por la persona de Laureano Collante. Esta historia se reaviva en el recuerdo de sus habitantes cada once de enero con una peregrinación por calles del Barrio acompañada de danzas, tal y cual están pintados en los cuadros. Ese mismo día también se hace emblemático en una representación viviente la aparición de la Virgen de Guadalupe y la Señora Santa Ana. Durante el recorrido se regalan gorditas de queso y atole para reforzar la importancia del milagro. Ahora solo falta desentrañar el misterio de porque se festeja el día doce de enero y no el doce de diciembre, la razón es clara, y va más allá de un contexto histórico o de la inauguración del templo, ya que aunque la ermita que se presenta la aparición de la virgen y que se encuentra en el atrio, solo refuerza la idea mariana de la imagen, pero a la que se le rinde culto es la imagen de Laureano Collante, la misma imagen que después de haber sido robada regresa a su casa, es decir estamos ante una manifestación mariana particular, de un lugar específico de la geografía de Guanajuato y el mundo. Por todo lo expuesto, y algunas cosas más, se puede afirmar que estar en el templo del Barrio de Tierras Negras es estar en un espacio sagrado que nos vincula con el origen, la historia, la memoria, los relatos, los milagros, etc. de un Barrio de una ciudad industrial que mantiene viva el baluarte de una hebra del patrimonio y la identidad sagrada de este pueblo que no tiende a morir y recuerda en su imaginario y con sus formas icónicas su origen de urdimbre indígena. Por todo ello es importante reconocer su vitalidad sagrada, ya que estar allí y participar en la fiesta es convertirse en la imagen de un cuadro; y comer una gordita de Tierras Negras es revivir el mito, respirar el pasado y recrear una experiencia religiosa muy particular.