12 de abril de 2018

sergio pitol por rogelio cuellarHoy ha muerto Sergio Pitol. A pocos días de haber cumplido 85 años, el escritor veracruzano por elección emprendió, este 12 de abril, el último de sus reiterados y apasionantes viajes.

Poseedor de múltiples distinciones y premios nacionales e internacionales, su legado se encuentra más bien en sus novelas: El tañido de una flauta, El desfile del amor, Juegos florales, Domar a la divina garza y La vida conyugal; en sus libros de cuentos: Infierno de todos, Nocturno de Bujara, Cementerio de tordos, Cuerpo presente, entre otros; en sus memorias y ensayos: El arte de la fuga, El viaje, El mago de Viena, La casa de la tribu, Autobiografía soterrada, etcétera; desbordantes, todos, de originalidad técnica, de maestría narrativa y dueños de una personalísima voz que fue y será referente tanto para escritores en ciernes como para plumas consagradas.

Aunado a todo ello, hay que destacar también su importantísima labor como editor y traductor que serviría para conocer un caudal de obras de autores rusos, polacos, húngaros, ingleses, italianos y hasta chinos, quienes, sin su incansable esfuerzo —y el de su casa, la Universidad Veracruzana—, habría sido muy complicado que se difundieran en español.

No es solamente la tristeza ante esta terrible pérdida. Lo que nos lleva a decir que con su partida se cierra uno de los ciclos más destacados en la historia de las letras hispanoamericanas del siglo XX es la posibilidad de corroborarlo en sus obras y, con ellas, mantener presente su memoria. Se despidió Pitol, del mundo y de la enfermedad, pero consuela imaginarlo con esa sonrisa eterna y con la desbordante emoción que siempre le dio comenzar un nuevo viaje.

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