la china mendoza por rogelio cuellarSe nos fue La China Mendoza, esta vez en silencio. Ella tan alharaquienta a la manera de sus personajes femeninos, niñas-muchachas hoscamente dulces; unas pensando a borbotones como lluvia copiosa que sin embargo permite ver en la espesura, otras tan desbordadas de sentimientos y emociones, sintiendo la vida minuto a minuto. Lenguaje atrevido y desmandado, saltándose las trancas impuestas a las voces femeninas una imagen tras otra. Seguías el barroquismo de tu querida sor Juana, su libertad, su “desmesura de sueños”. Te vemos desinhibida y suelta, haciendo tu voluntad, como en esa escena de la sesentera película “En este pueblo no hay ladrones” bailando de cachetito con Carlos Monsiváis, despeinada y con el tirante volandero, jovencísimos los dos, autónomos y autodeterminados ambos. Seguro nos encontraremos cada vez que veamos los cerros de la cañada, los cuadros de las casas en desnivel imaginando que bajamos dando pasos de gigante sobre los techos, o en la Presa de la Olla, igualito que la niña de tu cuento Begonia Belén y su perrito Andrei. Te vamos a extrañar.

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