Antes de empezar mi trámite quise estar 100% segura de que los cursos que tomaría en la Universidad de Wisconsin-Whitewater, me serían revalidados. En primera porque tomaré el curso de más carga de créditos de mi programa: Práctica Supervisada (36 créditos), y en segunda porque este es mi último semestre. Elegí aplicar para esta universidad porque hay un convenio especial en el cual puedo asistir a un profesor en una escuela primaria, secundaria o preparatoria sin tener la licencia necesaria. Otra de mis razones fue porque podría también estudiar un curso de chino mandarín. Una vez que tuve mi formato de equivalencia listo acudí con mi tutora, quien es también la coordinadora académica de la carrera y la maestra a cargo de la materia de Practica Supervisada. El primer problema con el que me encontré fue su negativa. Ella estaba en desacuerdo con que yo la tomara en Whitewater porque no significaría una carga de trabajo equivalente a la que tendrían mis compañeros en México. Sin embargo siguió alentándome a aplicar, pues la experiencia que ganaría me ayudaría en un futuro, además de que tal vez me podrían revalidar alguna parte de los créditos (6 de 36). En ese momento mi mayor miedo era no poder terminar con los créditos requeridos y tener que “retomar” la materia una vez en México para poder terminar con el programa de la licenciatura. Esta situación me hizo dudar de mi decisión.
Una vez que la coordinadora de carrera me dio “luz verde” comencé mi trámite formalmente. Revisé la convocatoria para los intercambios de agosto-diciembre 2011. Tenía que conseguir varios documentos de varias oficinas localizadas en distintos puntos en la ciudad, además de conseguir firmas que avalaran mi proyecto de equivalencia, todo en un período de 2 horas durante los viernes siguientes que viajara a Guanajuato. No me dejé intimidar por estos obstáculos y tuve mis documentos a tiempo, solo quedaba esperar al próximo viernes para entregarlos. Aun así, tenía otro problema delante: no estoy familiarizada con el edificio del DCEA. Me informé de cómo llegar y en dónde encontrar a la persona responsable de los trámites. Llegué justo a tiempo y me dijeron que pocos días después se me asignaría cita para la entrevista. Estaba un paso adelante.
Mi proceso de adaptación no ha sido tan difícil. Ha habido una etapa de comparación pero no para bien ni para mal, ha habido también un tiempo para pensar en las nuevas oportunidades y en lo que me perdí al estar lejos, pero he aprendido a aprovechar de otra manera. Whitewater es una ciudad pequeña y es parecida a Guanajuato por el hecho de tener una alta población estudiantil. Debido a que el territorio es pequeño y las condiciones de vida distintas, la mayoría de los habitantes tienen automóvil y no hay sistema de transporte público. Esto no solamente es una dificultad para andar en la ciudad, sino también para salir de ella. Para mí es muy impresionante tener que esperar hasta el fin de semana para poder tomar un autobús que se dirija a la ciudad más próxima. Es una limitación que no pensé se volvería tan importante aun sabiendo de antemano que no existía. El hecho de no tener una manera viable para transporte me ha limitado a permanecer en esta ciudad más tiempo del que me hubiera gustado.
Hay otros sentimientos que se desarrollan estando en una estancia académica fuera del país. Yo me siento ajena a este lugar, aunque debo confesar que los estadounidenses te hacen sentir cómodo. Es lógico que al estar lejos uno tenga sentimientos encontrados. Yo me siento feliz por tener la oportunidad de experimentar la vida estadounidense, pero también triste por estar lejos de casa. Hasta cierto punto me siento relajada porque el ritmo de vida de la ciudad en la que me encuentro (Whitewater) es muy tranquila; aun así estoy estresada porque la falta de sistema de transporte público.
Aunque no he tenido la oportunidad de conocer muchos lugares, si he podido realizar actividades propias de la región y el país. El hacer amigos estadounidenses ha incrementado mi entendimiento de la cultura y de su forma de vida. He hecho también otros amigos “internacionales” y he aprendido también de cómo viven en sus ciudades. Haciendo una comparación de estas distintas maneras de vivir, me siento bien conmigo misma. Ahora no solamente me siento orgullosa de quien soy, sino también de cómo me han criado y lo que he aprendido a través de mis experiencias. Sin duda alguna los comportamientos he comprobado que soy mucho más madura que otras personas de mi edad, y que se balancear mi vida entre la escuela y el tiempo libre. Hay ciertos hábitos, valores y costumbres que te benefician sin importar el lugar en donde vivas.
Para este intercambio, aparte de tomar materias que puedo revalidar, aproveché la oportunidad de tomar cursos que muy probablemente no podré tomar después. Estos cursos no son difíciles, aunque son muy densos en contenido y en tareas. Si bien estoy acostumbrada a leer para mis clases, en esta ocasión me he sentido saturada de lecturas. El sistema de educación superior estadounidense está formado para que sus alumnos no pierdan de vista los objetivos que se forman desde la escuela secundaria y preparatoria. En la universidad los profesores demuestran que les gusta su profesión y eso sirve de mucho a los alumnos para hacerlos sentir motivados a no desertar.
Aquí también se toma mucho en cuenta el envolvimiento estudiantil en los distintos grupos deportivos, sociales y culturales que existen. El objetivo es hacer sentir a los alumnos parte de la comunidad universitaria pues para muchos de ellos es la primera vez que están lejos de casa. Desde antes de comenzar oficialmente las clases hay una serie de pláticas informativas, tours alrededor del campus y clubs a los que los alumnos se pueden unir. Todas asociaciones tienen como fin común hacer que los alumnos no se sientan deprimidos y que inviertan su tiempo de manera divertida en actividades que les interesan. Estas asociaciones tienen actividades distintas durante el semestre y algunas de ellas tienen mucho impacto en los curriculums de los alumnos, por lo que hay profesores que también las toman en cuenta.
Como parte de mi carga de materias tuve prácticas en la escuela secundaria de Whitewater. Ahí comprendí más de las diferencias culturales que tenemos con los estadounidenses y el por qué de nuestro rezago social. Tuve la oportunidad de convivir con niños estadounidenses y con niños migrantes mexicanos y así vi que aunque se les ofrezcan más oportunidades a los niños hispanos, éstos no las aprovechan ni se dan cuenta de la gran ventaja que tienen al ser bilingües. Haciendo prácticas ahí también aprendí técnicas de cómo enseñar algunos temas y de los recursos que se pueden aprovechar para enseñar, y al mismo tiempo repasé los temas que alguna vez aprendí y sentí curiosidad por aprender más.
Después de algunos días me enteré de que la universidad de Wisconsin-Whitewater llevaría a cabo una feria para promocionar las distintas universidades con las que se tuviera convenio. Los organizadores se pusieron en contacto con los alumnos internacionales para que promovieran su universidad en ésta feria y cada quién tenía un espacio asignado en el que podíamos mostrar cualquier tipo de publicidad. La feria se llevó a cabo aproximadamente 2 semanas después de haber iniciado los cursos y fue principalmente por la mañana.
El stand de la Universidad de Guanajuato tuvo varias visitas y las preguntas de los alumnos no fueron fáciles de responder. Mayormente querían saber si había algún tipo de prácticas en el área de negocios en Guanajuato y también se interesaban por los cursos ofrecidos en inglés. No se si nuestra universidad ofrezca muchos cursos en inglés, o si tenga convenios con empresas para hacer prácticas, por lo que sugerí a los alumnos interesados preguntaran en la oficina internacional en la UG. El no estar segura de los cursos ofrecidos en una lengua extranjera me hizo darme cuenta de lo poco que se y lo mucho que asumo en el aspecto académico en la universidad. Aunque no estoy segura en un 100%, creo que el único programa que ofrece clases en inglés son los de mi programa, la Licenciatura en Enseñanza del Inglés. Ojalá en un futuro no muy lejano haya oportunidad de ofrecer por lo menos una materia en inglés por carrera, para así impulsar a los alumnos a aprender un segundo idioma y elevar el nivel educativo de los programas ofrecidos, además de que podría ser más probable que los alumnos de otras universidades alrededor del mundo nos eligieran para hacer un intercambio académico. A lo mejor también podría resultar beneficioso algún tipo de convenio especial para los alumnos de ambas universidades en el que se enfocaran a algún aspecto especial, como por ejemplo en el área de las Ciencias Económico-Administrativas.
Uno de los temas más socorridos fue el de la seguridad en México. En lo personal me referí al asunto de una manera sincera haciéndole saber a los alumnos que la inseguridad en el país no ocurre en cada milímetro territorial y les aseguré que Guanajuato no tiene un alto índice de inseguridad y que es más bien del tipo turístico. También mencioné algunos de los festivales que anualmente se llevan a cabo en la capital y la enorme riqueza arquitectónica, cultural y ambiental de la región; sin dejar de lado que había oportunidad de visitar algunas otras regiones del país. Mencioné también que el costo de vida en México es más bajo y que no se arrepentirían de degustar de nuestra cocina.
En conclusión, no es nada nuevo decir que se aprende mucho estando en un intercambio. Uno aprende a vivir consigo mismo, con los demás y a aprender de las experiencias que se presentan en la vida. Es difícil separarse de la familia, adaptarse a un nuevo entorno social y a saber responder a tal situación. Sin embargo, hay muchos beneficios en conocer otras personas, aprender de una manera distinta, sumergirse en una cultura distinta o ver un entorno diferente. Si por mí fuera, me gustaría que todos los alumnos universitarios tuvieran la oportunidad de vivir una experiencia como estas de las que sólo quieres seguir aprendiendo y conociéndote. Me siento afortunada de poder experimentar y prender de esta situación. Aunque no todo ha sido bueno, creo que es una de esas historias que le puedo contar a mis nietos algún día.