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Dra. Argelia Rosillo de la Torre
Departamento de Ingenierías Química, Electrónica y Biomédica,
División de Ciencias e Ingenieras,
Campus León, Universidad de Guanajuato

 

Durante la historia de la humanidad diferentes acciones, ideologías y pensamientos se han X realizado y divulgado con el objetivo de situar a los seres humanos en diferentes niveles y categorías. La finalidad de los promotores de estas acciones e ideas fue y ha sido establecerse como los únicos entes capaces de tomar decisiones adecuadas para dirigir a la sociedad hacia el progreso, tratando de demostrar su idea de superioridad. Entre los grupos subestimados a lo largo de la historia están las mujeres.

Durante muchos años las mujeres no fueron tomadas en cuenta para acceder a ciertas oportunidades, ni para realizar y/o participar en determinadas actividades por el simple hecho de tener una biología que nos permitía dar vida. Por ejemplo, no tenían la libertad de decidir sobre cosas básicas como su propia vestimenta, aun menos sobre situaciones como la elección de sus gobernantes o la planificación de su familia. El acceso a la educación también era más difícil si habías nacido mujer. Estas situaciones han prevalecido por mucho tiempo debido a las costumbres, los estereotipos y los prejuicios sociales que colocaron a las mujeres en un papel de subordinación y de poca participación en diferentes esferas de la vida tal como, la política, los negocios, las artes, la ciencia, entre muchas otras.

En las siguientes líneas, el texto se enfocará en el desafío que aún en pleno 2023 enfrentamos las mujeres en el ámbito académico- científico. En la actualidad conocemos los nombres de muchas científicas y sus contribuciones a la ciencia, sin embargo, esto no siempre fue así. Durante mucho tiempo los trabajos científicos hechos por mujeres se demeritaron, robaron y ocultaron sistemáticamente, lo que promovió la segregación, la infravaloración e invisibilización de las mujeres en la ciencia. La situación se repitió constantemente y llego a tal nivel que se convirtió en un fenómeno, “El Efecto Matilda”. Los esfuerzos por visibilizar la falta de reconocimiento a los logros de las científicas han permitido reflexionar y sensibilizar a una parte de la sociedad sobre los mitos, estereotipos y prejuicios que envuelven a las mujeres y la ciencia. Derivado de esto, se han tenido avances en ámbito académico-científico; por ejemplo, hoy en día más del 50% de la matrícula de las universidades son mujeres, en los últimos 10 años las mujeres que eligieron carreras en las áreas científicas, tecnológicas, de ingeniería y matemáticas incrementó 42 % y 33 % de las personas que hacen investigación son mujeres. Sin embargo, en México aún estamos lejos que superar la infrarrepresentación en puestos directivos en las instituciones del ámbito académico - científico. Una muestra de esto es que actualmente solo hay 5 Rectoras de Universidades en México, la Academia Nacional de Medicina nunca ha sido presidida por una mujer y desde su fundación en 1964 la Academia Mexicana de Ciencias ha sido presidida por 33 personas de las cuales únicamente dos han sido mujeres, por mencionar algunas.

Las estadísticas muestran un avance en la inclusión y la participación de las mujeres, es posible, que esto puede atribuirse a las acciones que se continúan realizando para incentivar y promover la presencia de las mujeres en la ciencia, por ejemplo, la creación de reconocimientos, premios, foros y oportunidades específicas para ellas. Sin embargo, también es importante leer los números de los indicadores estadísticos con cautela y medirlos en su justa dimensión. Es decir, no es suficiente con que los números indiquen que más mujeres estudian o trabajan en ciencia, también es importante que la atmosfera de trabajo, las funciones y las oportunidades sean las mismas para toda la comunidad académico- científica. A pesar de los avances en materia de equidad, aún hay mucho que corregir, ya que incluso hoy podemos ser testigos de relatos contemporáneos sobre ciertas prácticas sutiles que promueven diferencias; por ejemplo, en un comité científico del más alto nivel en el que solo participaba una científica, fue a ella a quien le pidieron servir el café, la exclusión sin motivo de los grupos de trabajo (incluso cuando hayas sido la promotora para establecer dicha colaboración), la propuesta y puesta en marcha de ideas que se realizan solo hasta que el puesto que antes ostentaba una mujer es relevado por un colega hombre, la diferencia en el trato hacia un profesor y una profesora, por mencionar algunas.

Como ya se mencionó el que las mujeres podemos desenvolvernos en el ámbito científico y académico es muestra de progreso, sin embargo, enfatizo no es suficiente solo poder hacerlo y aún hay trabajo que hacer y muchos clichés que derrumbar. Por ejemplo, dentro de la labor académica se deben realizar tareas de organización, coordinación y gestión. Las posiciones que involucran mucho trabajo (coordinaciones, puestos de servicio y atención a personas) y poca toma de decisiones generalmente están ocupadas por mujeres. En contraste, las posiciones que comprenden la gestión, puestos de poder y de toma de decisiones (direcciones, jefaturas, presidencias) son ocupados en su mayoría por hombres. Es posible sugerir que este hecho está ligado con el estereotipo del “papel natural” de las mujeres a ser cuidadoras y atender a sus semejantes que históricamente se ha relacionado con la maternidad. Independientemente de que este punto sea cierto, de ninguna manera se contrapone con la capacidad de raciocinio y decisión que también tienen ¿Casualidad o causalidad?, ¿Será que Einstein tenía razón y “Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio”?

Estas acciones son las que edifican el famoso techo de cristal, ese obstáculo que no se ve, pero ahí está, invisible pero impenetrable. Hoy en día el reto es encontrar estrategias para traspasarlo, la pregunta es ¿Cómo? Quizás entendiendo que la satisfacción de un hallazgo científico no es diferente en hombres y mujeres y que la curiosidad, la organización, la capacidad de raciocinio y observación, y la pasión por el saber NO son características ligadas al género, pero si atributos que muestran las personas de la comunidad científica. Igual de importante es percibir y visibilizar que sigue existiendo una discriminación no abierta (etérea y sutil) y por tanto una equidad simulada.

 

Fecha de publicación: 1 de marzo de 2023.

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