Dr. Luis Enrique Ferro Vidal

Departamento de Estudios Culturales, Demográficos y Políticos

División de Ciencias Sociales y Administrativas

Campus Celaya-Salvatierra, Universidad de Guanajuato 

La Virgen de Guadalupe es la materialización de una abstracción que genera un profundo y respetuoso sentimiento religioso en la gran mayoría de los mexicanos, porque la magia religiosa de la Lupita o la Guadalupana, no es tan sólo una santidad católica más en México, al contrario, es el esplendor de una apropiación barroca que deja detrás de sí, su estampa, su potestad, o si se desea, su poder sagrado, debido a que esta Virgen en particular se ha adentrado en las profundidades de un inconsciente religioso, y en los resquicios de un contenido histórico en las mentalidades del mundo mexicano. Su evocación y advocación permite a esa Virgen cariñosamente llamada Lupita, alejarse de su santidad para convertirse en una representación vivencial de un pueblo que le rinde culto, a un grado tal, que se inserta en la vida cotidiana, su presencia se tatúa en la piel de sus devotos para llevarla siempre consigo; además la Virgen de Guadalupe manifiesta su espiritualidad con expresiones propias de sus adoradores, irguiéndose en el plano nacional al considerársele como uno de los símbolos identitarios más representativo de estas tierras.

Hablar, escribir e investigar sobre el mundo guadalupano en México, es intentar atravesar un largo laberinto para alcanzar un centro de conocimiento acuoso que se desvanece en las manos, volviéndose un punto etéreo en la comprensión humana, ya que esta santidad deja de ser un objeto sagrado, y se configura como un efecto social que es denominado: el fenómeno guadalupano. Dicho fenómeno, juega con los sentimientos, las emociones y transgrede los sentidos de quién se acerca a conocer las profundidades de su enigma.

Dicho fenómeno, juega con los sentimientos, las emociones y transgrede los sentidos de quién se acerca a conocer las profundidades de su enigma.

El axis mundi guadalupano hace difícil la comprensión de su objeto mismo ya que es por sí, un vasto conjunto paradigmático integrado por una infinidad de expresiones que giran alrededor de su propia efigie. Cada expresión que nos brinda, es la conexión a otra expresión que fundamenta desde distintas aristas la narrativa de una misma significación. Otro factor para su comprensión se debe a que cada expresión, también es un estudio particular por sí mismo. Visto así, cada expresión del fenómeno guadalupano es una parte y una totalidad de la coherencia del discurso religioso mismo; siendo así, el estudio del fenómeno guadalupano analizado como una totalidad o a través de sus particularidades discursivas, siempre nos lleva a la representación de una imagen que nos transporta al mundo de lo sensible.

La presencia de la guadalupana es entonces multívoca: es historia, es mito, es cuento y es leyenda; es milagro, aparición, pedimento y esperanza; son mañanitas, es consumo y es limosna; es andanza, peregrinación y encuentro; es hermandad, música y danza; es un ícono, una imagen, una representación que genera callos en los pies y recrea el alma en una sosegada paz espiritual. Fue bandera y es estandarte; es morena y los morenos, los no tan morenos y los carentes de morenidad le rinden un devoto culto, porque también es una estampa en el ixtle que nos hace transitar entre la razón y la sin razón de su existencia y de sus milagrosas apariciones, ya que es sueño y realidad, por eso ante esas cualidades, tiene la capacidad de reunir a los hombres de fe y a los hombres de ciencia. Ambos discuten sus puntos de vista desde la fe o el escepticismo, sin embargo estas posturas ayudan a darle movimiento y misterio, por lo que la Virgen de Guadalupe es una creencia y es una duda.

La guadalupana no se ha desmitificado y sigue siendo una mitificación propia del suelo mexicano. La Lupita es parte de una historia que continua contándose de generación en generación, cincelándose en la mente memorizada de sus hablantes, de los continuadores del mito, de sus fiestas y sus rituales. Cada año sella en los mexicanos un tiempo cíclico. Hay quienes afirman que nos acerca a nuestro mundo prehispánico porque asientan que la Virgen de Guadalupe es la mismísima Tonanzin. Por todo lo dicho la guadalupana es Santa popular, poesía, prosa y relato; es el contenido de un lenguaje encerrado en la representación de una imagen.

 
 

Fecha de publicación: 9 de diciembre de 2024.

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