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El desarrollo de esta enfermedad se relaciona con malas conductas alimentarias. Además, un estudio realizado en la región, muestra que los pacientes no reciben información sobre la dieta que tienen que seguir, y en su mayoría presentan riesgos nutricionales

Por Karina Alatorre (UdeG)

Las posibilidades de proliferación del cáncer, una recaída o incluso la muerte, pueden aumentar o disminuir dependiendo de los hábitos alimentarios y el estado nutricional de los pacientes con esta enfermedad, confirmó el estudio de la investigadora de la División de Estudios de la Salud, del Centro Universitario de los Valles, Laura Vanesa Solano Santos.

El proyecto de investigación “Conducta alimentaria y estado nutricional en pacientes con cáncer”, tuvo como objeto de estudio a un grupo de pacientes enfermos de cáncer del municipio de San Martín de Hidalgo, en la región Valles.

La investigadora detectó que la mayoría de los pacientes del grupo presentaban conductas alimentarias no adecuadas, como no comer a sus horas, o simplemente omitir algún alimento del día, debido a la falta de apetito principalmente.

“Inician tarde la ingesta de sus alimentos, no tienen apetito, le pierden el sabor a la comida, la percepción de algunas características, del sabor o el olor, eso hace que no quieran comer”.

Otra agravante de este problema es la aversión a los alimentos, que desarrollan los pacientes, dijo Solano Santos, los cuales aparecen durante el tratamiento pero persisten aún después del mismo.

“Relacionan esos alimentos con cierta sintomatología que viene de la aplicación del tratamiento, como vómitos, mareos, estreñimiento, acidez, lo asocian al alimento, no al tratamiento y estas aversiones persisten”.

Dijo que el 70 por ciento de sus pacientes presentó un riesgo nutricional. “Se estudiaron desde el punto de vista antropométrico, bioquímico, dietético y clínico, y los resultados que obtuve en las valoraciones arrojaron que estos pacientes estaban en un estado nutricional deficiente”.

De ahí la importancia, agregó, que los pacientes reciban una buena orientación nutricional incluso cuando el tratamiento haya finalizado, algo que a decir de la investigadora ocurre en muy pocos casos.

“Los derivan a una atención nutricional, pero no con un nutriólogo, sino que les dan una dieta como a cualquier persona, entonces considero que la atención para este tipo de pacientes es deficiente, porque ellos son abandonados después de recibir su tratamiento”.

Explicó que para ir en busca de la salud, los pacientes tienen que mejorar sus hábitos alimenticios, pero que muchos lo hacen con lo que escuchan en la tele, en la radio o por otras personas, y así empiezan a incluir en su dieta lo que ellos consideran alimentos buenos.

“No hay un plan de alimentación para todos, cada uno es individualizado”.

Solano Santos hizo énfasis en la relación que hay entre un buen estado nutricional y la presencia de cáncer, ya que de acuerdo a su estudio, el 100 por ciento de los pacientes estudiados tenían obesidad o sobrepeso cuando comenzó la enfermedad.

“Esto corresponde a investigaciones que se han hecho y han relacionado el factor de Índice de Masa Corporal (IMC) en sobrepeso y obesidad relacionada con la presencia de cáncer”.

Al respecto, la Organización Mundial de la Salud advierte sobre esta relación en su artículo “Prevención del cáncer”.

“Existe un nexo entre el sobrepeso y la obesidad, por un lado, y muchos tipos de cáncer, como el de esófago, colon y recto, mama, endometrio y riñón, por el otro, las dietas ricas en frutas y hortalizas pueden tener un efecto de protección contra muchos tipos de cáncer”.

Por el contrario, el consumo excesivo de carnes rojas y en conserva puede estar asociado a un mayor riesgo de contraer cáncer colorrectal.

La motivación que llevó a Solano Santos a realizar el estudio fue la cantidad de casos que ella pudo detectar: un total de 68 pacientes entre hombres y mujeres que presentaban diferentes tipos de tumores.

“En el municipio hay mucha incidencia de cáncer. Casi no hay registros. Hay uno del 2010, que menciona un tasa del 59.19 por cada 100 mil habitantes. A lo que yo estuve sondeando la incidencia es mayor, pero no hay registros recientes”.

La investigación fue realizada del 2012 al 2014 como parte del proyecto de tesis para su maestría en Ciencias del Comportamiento, con orientación en alimentación y nutrición, cursada en el Centro Universitario del Sur (CUSur).

Finalmente, Laura Solano Santos destacó que la mayoría de los pacientes analizados comenzó a mejorar sus hábitos de alimentación después del estudio y busca con la investigación concientizar al resto de la población sobre esta problemática.

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